Reglas de oro del pescado
Toda la gastronomía del pescado apoya sus máximas realizaciones en dos axiomas fundamentales, frescor y punto, es decir, grado de frescura de la especie degustada y punto exacto de cocción. Son dos reglas elementales en base a cuya perfección la cocina del pescado permite disfrutar con plenitud de las cualidades gustativas, tanto de piezas cobradas en los cursos fluviales como de las especies capturadas en el mar.
Reglas básicas para determinar el grado de frescura de los pescados:
Todas las especies marinas ofrecen rasgos inequívocos que revelan, de forma más o menos aproximada, los días que han transcurrido fuera de su medio habitual. Por esto mismo, antes de adquirir cualquier pescado es aconsejable tener en cuenta los siguientes puntos:
a) OJOS: en todos los pescados frescos los ojos se presentan salientes y abombados, con vivos reflejos en la superficie exterior. La córnea es transparente y la pupila negra y brillante. Con el transcurso de los días, el hojo se va hundiendo en su cuenca orbital, hasta ofrecer una imagen cóncava.
b) AGALLAS: En los pescados frescos, las branquias o agallas presentan un color rojo vivo brillante y carecen tanto de mucus como de olores extraños. Con el paso de los días pierden paulatinamente su color, hasta llegar a adquirir tonalidades amarillentas recubiertas de un mucus opaco y a veces lechoso.
c) OLOR: Se dice que los pescados frescos no huelen precisamente a pescado, sino que destilan aromas a mar. Por el contrario, cuando su carne se altera por descomposición, los olores se vuelven amoniacales, y nauseabundos, de aspiración insoportable.
d) MUCUS ESCAMAS, Y PIGMENTACIÓN DE
A medida que transcurre el tiempo las tonalidades se apagan o decoloran, el brillo desaparece, la pigmentación se torna desvaída, el mucus se vuelve lechoso y opaco y las escamas se desprenden fácilmente.
e) RIGIDEZ DE